“Ellos vienen con la muerte, nosotras respondemos con la vida”

La Caravana Abriendo Fronteras concluye su sexta edición en las Islas Canarias donde más de 350 activistas se han reunido para denunciar las violaciones de derechos humanos que padecen las personas que migran.

 “Canarias, ni cárcel, ni tumba”

El año 2020 será recordado en los libros de historia como aquel en el que una pandemia mundial obligó a modificar nuestras costumbres y formas de vida. Sin embargo, mientras las fronteras se cerraban para impedir la expansión del virus COVID-19,  23.000 personas procedentes de diferentes países africanos recorrían una de las rutas migratorias más peligrosas del planeta, muchas de ellas perdieron la vida en el intento, pero 2020 no será recordado por eso.

Las personas que decidieron recorrer en un pequeño cayuco los más de 1.000 km de océano atlántico que separan las costas africanas de las Islas Canarias, no sólo huían del grave impacto que la pandemia sanitaria ha provocado en las ya precarias circunstancias políticas, sociales y económicas de sus países, también huían de otras pandemias: del empobrecimiento asociado a los procesos de globalización, del extractivismo que despoja a sus comunidades de sus recursos y formas de vida, de la violencia machista y de los conflictos armados donde los gobiernos europeos tienen una responsabilidad histórica.

La reactivación de la mortífera ruta Canaria, la militarización de las islas como zona fronteriza y las condiciones de detención, hacinamiento y bloqueo que viven las personas migrantes que llegan al archipiélago empujadas por el deseo de construir una vida más digna, son algunos de los motivos que llevaron a la celebración de la Caravana Abriendo Fronteras 2021 en el territorio canario. Tras las denuncias que esta red de organizaciones defensoras de los derechos humanos ha venido realizando desde el año 2016 en zonas fronterizas de Grecia, Italia, Ceuta o Melilla, la Caravana Abriendo Fronteras llegaba a la Isla de Gran Canaria durante el pasado día 17 de julio, cuando más de 350 activistas procedentes de diversos territorios del estado español y de países como Italia, Túnez, México y Honduras, comenzaban la primera de las 8 jornadas  destinadas a exigir que Canarias deje de ser “tumba y cárcel de las personas migrantes”.

“Ningún ser humano es ilegal”

La Caravana Abriendo Fronteras 2021 ha centrado gran parte de sus denuncias en las  políticas migratorias amparadas en el nuevo Pacto Europeo sobre Migración y Asilo que legitiman la vulneración de los derechos humanos, el racismo institucional y la violencia policial. Del mismo modo, las acciones que se han llevado a cabo han señalado a otros agentes como a los medios de comunicación que desde una lógica parcial han fomentado el relato de la “avalancha migratoria” avivando el racismo en un momento de especial vulnerabilidad para las Islas Canarias.

Los miembros de la Caravana, entre los que se encontraban 14 personas procedentes de diferentes provincias de Castilla y León, han realizado diversas manifestaciones, acciones y encuentros de reflexión para denunciar también el foco de las políticas migratorias en el retorno, las deportaciones, la externalización de las fronteras y la firma de acuerdos de readmisión por terceros países como herramientas básicas del control fronterizo que se priorizan por delante de los derechos humanos y de la acogida digna.

El recorrido que la Caravana ha realizado por los puntos más calientes en materia de inmigración en las islas, como los campamentos de contención, los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) o las instituciones decisorias como la Agencia de la Guardia de Fronteras y Costas (FRONTEX),  ha dejado a su paso un grito claro y conciso sobre el cual se deberían de construir todas las políticas migratorias: “Ningún ser humano es ilegal”.

“Lo que ocurre aquí no es falta de recursos, es falta de amor»

A lo largo de la celebración de la Caravana, las personas participantes han podido escuchar las historias de quienes se vieron forzadas a migrar de sus lugares de origen. La dureza de las vidas de quienes decidieron arriesgarlo todo aporta sentido a la organización de eventos como este y el conocer de primera mano la precaria situación de los campamentos donde han sido alojadas las personas que llegaron a las islas en el último año aviva las ganas de luchar de quienes son conscientes del privilegio que portan por el simple hecho de haber nacido en un lugar geográfico distinto.

A los gritos en las manifestaciones, a las canciones de denuncia, a las pancartas con consignas se suman los pensamientos de cada uno, de quienes vienen a poner el cuerpo y a exigir justicia por que como bien dice una de las personas migrantes de la Caravana: “lo que ocurre aquí no es falta de recursos, es falta de amor”.

Sin embargo, a medida que los días pasan y la Caravana llega a la Isla de Tenerife también se recuerdan los actos de solidaridad, los de varios colectivos canarios que llevan meses arropando a las personas migrantes, los de las personas que a título individual decidieron abrirles sus casas y especialmente los de otras migrantes que conocedoras de la experiencia acogen a sus semejantes al igual que hace años otros lo hicieron con ellas.

«La frontera mata dos veces: cuando borra las vidas de las personas migrantes y cuando borra su historia»

Sobre una sábana blanca aparecían cada día nuevos nombres bordados con el hilo rojo de quienes han perdido la vida al intentar cruzar las fronteras.  En esta “sábana de la memoria”, iniciada por la artista italiana Daniela Gioda, se podían leer los nombres de Francisco, Eva o Miguel Ángel bordados junto a los de otras 69 personas migrantes asesinadas en la ciudad mexicana de Tamaulipas. Pero no eran los únicos, a lo largo de la caravana varias mujeres prestaron sus manos para bordar nuevos nombres, como el de Moussa Balde, un joven guineano de tan solo 23 años que se quitó la vida cuando fue encerrado en el Centro Permanente para la Repatriación de Turín o el de los hijos de Jamila,  Hedi y Mahdi, que perdieron la vida al naufragar en el mar Mediterráneo o el del hondureño Mauricio, asesinado durante su viaje a Estados Unidos y hermano de Don Lolo, a quien esta pérdida le convirtió en un incansable defensor de los derechos humanos.

Mantener viva la memoria de las personas que perdieron la vida durante los procesos migratorios ha sido otra de las reivindicaciones de la Caravana 2021. Identificar a las víctimas, darles una sepultura digna o repatriar sus cuerpos, conocer sus nombres y la historia que les empujó a migrar, son algunas de las acciones que la Caravana Abriendo Fronteras reivindica para exigir justicia por quienes ya no están.

Ante la ausencia institucional de respuestas al respecto, son las personas las que dignifican la muerte de a quienes se les arrebató la vida en las rutas migratorias, como la mujer canaria que cada semana lleva flores siemprevivas a la tumba de las 15 personas migrantes enterradas en el cementerio de Agüimes sin ni tan siquiera ser identificadas, porque como reza un cartel que la Caravana dejó a las puertas del cementerio: “No conocemos vuestros nombres, pero os llevamos en la memoria”.

“La humanidad, o se salva toda o se pierde toda”

La Caravana Abriendo Fronteras concluyó el pasado sábado día 25 de julio revisando sus aciertos y sus fallos antes de que las activistas dejasen las islas para volver a sus lugares de origen. Mientras disfrutamos del privilegio que tenemos de poder cruzar fronteras en avión reflexionamos sobre lo vivido, probablemente hay mucho que mejorar, pero si hay algo que tenemos claro es que la Caravana Abriendo Fronteras es necesaria, porque es un espacio de denuncia, de compartir experiencias, de coordinar gritos y maneras de hacer, de revisar nuestros privilegios, de ver que en todos los lugares hay gentes que de diversas maneras se organizan para conseguir «todos los derechos para todas las personas». La caravana es, en definitiva, un espacio donde recordar algo tan básico como nuestra humanidad, esa que debería igualarnos a todas, porque la humanidad, o se salva toda o se pierde toda.