Nos gustaría empezar agradeciendo el tremendo esfuerzo realizado por las personas que han desempeñado esos papeles clave en el proceso y durante la caravana para garantizar que esto haya salido tan bien. Gracias por vuestra dedicación y la paciencia con esta caravana que ha tratado de hacerlo lo mejor posible, porque lo que hemos hecho ha sido importante, ha tenido mucho impacto en los medios, y además nos volvemos a casa con las pilas cargadas para seguir en la lucha.
450 personas hemos viajado hasta la frontera sur, Melilla. Muchas eran las inquietudes y expectativas y las revindicaciones: políticas migratorias criminales de la Unión Europea y de sus estados miembros. En esta caravana hemos tratado de fortalecer los lazos solidarios entre los pueblos, tejidos en todas direcciones y desde todos los territorios.
Sabemos que no estamos ante situaciones trágicas que ocurren de manera aislada, sino ante una arquitectura de la impunidad que permite la sistemática violación de los Derechos por parte de las Transnacionales, de la Unión Europea, y particularmente el Estado español. La “normalización” de esas violaciones de derechos humanos es una de las realidades más dolorosas que hemos enfrentado. No solo es preocupante, es y debe ser indignante, porque no son muertes, son asesinatos.
En la frontera se viven de manera especialmente salvaje las consecuencias del racismo y el patriarcado estructural, como hemos podido comprobar. Las realidades que sufren las personas migrantes son ocultadas y ellas silenciadas. Las silencia el miedo a la deportación, las silencia el trato vejatorio que sufren continuamente, las silencia su pobreza, las silencia la represión. No podemos dejar que eso siga pasando. Melilla, esa zona de no derecho, se construye sobre el racismo social e institucional, la práctica de malos tratos y de la tortura, todo fundamentado en un lucrativo modelo securitario que supone millones a muchas empresas y lobbies del sector.
En la frontera se viven de manera especialmente salvaje las consecuencias del racismo y el patriarcado estructural, como hemos podido comprobar. Las realidades que sufren las personas migrantes son ocultadas y ellas silenciadas. Las silencia el miedo a la deportación, las silencia el trato vejatorio que sufren continuamente, las silencia su pobreza, las silencia la represión. No podemos dejar que eso siga pasando. Melilla, esa zona de no derecho, se construye sobre el racismo social e institucional, la práctica de malos tratos y de la tortura, todo fundamentado en un lucrativo modelo securitario que supone millones a muchas empresas y lobbies del sector.
No se cuenta con mecanismos adecuados para garantizar la seguridad y la protección de las víctimas de trata o de las personas LGTBI. Es habitual el abuso policial contra las mujeres porteadoras en los pasos habilitados de Melilla, como nuestra comisión de cinco mujeres pudo constatar y denunció. Tampoco se cumple la normativa internacional sobre el cuidado y protección de menores extranjeros no acompañados, las compañeras que estuvieron en el hospital comprobaron también el incumplimiento del insuficiente decreto al que se llamó apartheid sanitario: ni siquiera se atiende a las personas que deberían atenderse dentro del supuesto de esa infame ley.
Además queremos también visibilizar y denunciar la situación de las mujeres en Melilla que está atravesada por las características precarias del trabajo transfronterizo, en las cuales los empleadores y otros actores se benefician de la mano de obra barata y de los vacíos legales que exacerban la precariedad laboral. Concretamente, las mujeres porteadoras, quienes transportan mercancías hacia Marruecos sobre sus espaldas o en sus manos para poder proveer de ingresos a su núcleo familiar, están expuestas a un conjunto de abusos y agresiones, y de las trabajadoras del hogar, cuya situación de explotación laboral es vergonzosa e inhumana.
Esta es una caravana feminista. Y no sólo porque claramente las mujeres hayan sido protagonistas con su voz y su visibilidad. Incorporar el feminismo significa visibilizar a las mujeres, reconociendo la particular violencia que enfrentan y reconociéndolas como sujetos activos y políticos y protagonistas de su proceso migratorio. Es absolutamente necesario poner en valor su esfuerzo y su trabajo, su lucha diaria y sus resistencias. Mujeres que atraviesan fronteras convertidas en zonas de guerra, en espacios militarizados en los que el patriarcado las ataca con doble carga haciendo más profundas las desigualdades, multiplicando la violencia, la explotación y la exclusión extrema. La violación sexual sistemática componente endémico de todos los conflictos es usado en la frontera como un arma más.
Tenemos el deber de exigir un modelo social que se base en la universalidad de derechos y no en los privilegios de unos por encima de otros en nombre del beneficio del capital. En definitiva, las personas migrantes y refugiadas son una piedra angular del sistema capitalista y patriarcal que explota, expulsa y deja morir a la gente que considera desechos humanos, los del otro lado de la frontera. Por eso, creemos que es imprescindible incorporar la empatía, los sentimientos a esta lucha en la que se trata de reconocer al otro.
A partir de ahora vamos a seguir en las calles denunciando, no callando, gritando, porque no queremos ser cómplices de esas políticas asesinas, ni normalizar el dolor de nuestras vecinas, porque no nos queremos poner ni nos pondremos nunca de parte del opresor, del que destruye vidas. Porque en el futuro, la gente no se preguntará sobre los criminales, sino sobre lo que hacía el resto de las personas. Por eso, es necesario romper la frontera de la indiferencia en la que vivimos sumergidas cada día, en nuestros territorios, señalar a los culpables, mostrar nuestra solidaridad y gritar con fuerza que otro mundo es posible.
Nos despedimos con los cuerpos, nuestros lazos seguirán
Nos despedimos solo para regresar
Nos despedimos para seguir
Nos despedimos ahora para, mañana, acabar con la indiferencia
¡Mujeres libres en territorios libres!
¡Ninguna persona es ilegal!
¡Esas fronteras, las vamos a tirar!