ENTREVISTA a Alba Diez Arrea, riojana y documentalista de la violencia en la frontera de No Name Kitchen (NNK)

Hay patrones que se repiten y apuntan a una estrategia de crimigración, segregación y guerra encubierta en la frontera

Alba ha participado hace unos días en Bilbao en una charla coloquio sobre la ruta migratoria balcánica en el marco de la exposición de fotografía Ate Itxia-La Puerta Cerrada del fotorreportero y miembro de Ongi Etorri Errefuxiatuak Imanol Bueno Bernaola.

NNK nació a primeros de febrero de 2017 en Belgrado y llegó a dar varios cientos de raciones de comida caliente al día en las antiguas barracas de una estación de ferrocarril a 20 grados bajo cero. Han pasado por la NNK más de 500 personas voluntarias de diferentes países del mundo. Mucho se ha cocinado en la organización desde entonces…

Si, tres meses después en mayo de 2017 el gobierno serbio desalojó y demolió las barracas y más de mil personas fueron forzadas a entrar en el sistema de campos de refugio, un sistema que deja varadas a las personas sin ninguna esperanza de acceder a una vida digna, en un país donde solo 4 personas consiguieron optar al estatus de asilo ese año de las más de 20.000 que recibieron asesoramiento, según los datos de ACNUR.

Entonces nos trasladamos a Sid, al norte de Serbia en la frontera con Croacia. Allí se ofrece lo necesario para que unas 120 personas que habitan una antigua fábrica abandonada puedan cocinar. También ofrecemos pan, te y fruta, ropa, calzado, tiendas de campaña, sacos de dormir y mantas. Además contamos con un tanque de agua, facilitamos duchas, un generador donde cargar los móviles y servicio de enfermería.

Desde junio de 2018 también estamos en Velika Kladusa, el último pueblo del Noroeste de Bosnia a apenas 70 km de Eslovenia. Y es que muchas personas atrapadas en Serbia y en Grecia vieron Bosnia como una alternativa para llegar a Europa. Patras en Grecia es otra de nuestras ubicaciones y tenemos previsto acercarnos a Melilla.

 

Además de ofrecer asistencia documentáis la violencia en la frontera, recogéis testimonios de deportaciones ilegales y violencia policial contra las personas refugiadas, que compartís con otras organizaciones, organismos internacionales y medios de comunicación.

Efectivamente. En 2019 añadimos 311 informes a la base de datos de la Red Border Violence Monitoring Network*. En ellos se recogen distintos tipos de violencia como golpes, patadas, descargas eléctricas, inmersión en agua, disparos, abuso sexual, ataques con perros, gases lacrimógenos, obligación de desvestirse, denegación de acceso a lavabos y a comida, etc.

Gracias a la continuidad en el tiempo y en el espacio y a través de abrir focos de acción en otras zonas como Bosnia y Grecia nos hemos dado cuenta de que en lo que respecta a la violencia hay ciertos patrones que se repiten a lo largo de estas localizaciones. Por ejemplo, la violencia en frontera ejercida por la policía. Me refiero al push-back, las prácticas de devolución en caliente que están teniendo lugar sistemática y furtivamente. Además de condenar la ilegalidad de estas prácticas -pese a que la última sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos apunte a lo contrario-, nos llama la atención una particularidad que se repite una y otra vez contrastando con informes realizados previamente en la ruta de Grecia a Turquía. En estas devoluciones en caliente, ya en el 2016 hay testimonios que aseguran que agentes vestidos de negro con máscaras son los que perpetran la violencia más brutal contra las personas que son devueltas a la frontera. Recogemos testimonios de las personas que son devueltas desde Croacia, y una de las cosas que se repite es la presencia de estos agentes. Tanto en Grecia como en Croacia, los chicos, cuando les pedimos una descripción física de estos agentes, que creemos están haciendo algo jurídicamente condenable, hacen referencia a su acento. Y no es croata ni griego. Ellos lo identifican como germánico y nosotras creemos que tiene que ver con grupos de Frontex que son enviados para apoyar a las policías locales y se encargan de expulsar a miles de personas de Europa, torturándoles y ejerciendo una violencia brutal sobre ellas.

¿Puedes darnos más ejemplos de estos patrones violentos que se repiten en los diferentes tramos de la ruta migratoria?

El afianzamiento del poder de los traficantes de personas. Es otra de las cuestiones que observamos se repite con la experiencia en Grecia: el control de los grupos de tráfico de seres humanos. En Grecia ya se documentó que cuando una mafia te va a llevar a un lugar donde hay un grupo de rescate te cobran un precio más alto porque hay más garantía de que llegues con vida a la otra orilla. Esto también es algo que en Sid, en la frontera con Serbia, y después de llevar 3 años, te vas dando cuenta de cómo funciona esta ausencia de vías seguras, esta imposición desde arriba para que la gente tenga que jugarse la vida haciendo estos games (juegos) y metiéndose en los bajos de trenes, autobuses, o cruzando Croacia a pie. Cada vez más vemos como estos grupos tienen la capacidad, el control sobre las voluntades de las personas en tránsito. No sabemos hasta qué punto cobran más porque haya grupos de apoyo como el nuestro, pero si que es evidente que hay un afianzamiento de estos grupos en estas zonas de frontera. Donde hace tres años las puertas hacia Europa estaban más abiertas no existía tal control, aunque si había presencia de traficantes, por supuesto, pero el control, el tratode sometimiento que reciben las personas ahora es terrible.

La violencia en la frontera se ejerce fundamentalmente con las personas migrantes pero ¿cómo repercute en las poblaciones locales y en las organizaciones internacionales como la vuestra que se acercan hasta allí?

Hay paralelismos en la violencia ejercida hacia las personas migrantes por parte de las policías y de los traficantes en diferentes tramos de la frontera, pero también hay paralelismos en cómo opera y se extiende la criminalización de la solidaridad.

Por un lado, cuando empieza a llegar gente en tránsito a las localidades suele surgir una solidaridad espontanea en las comunidades. Sin embargo, vemos como poco a poco se van tomando medidas -primero en Sid, en Serbia; luego en Velika Kladusa, en Bosnia- para que esta solidaridad se corte, para que en lugar de ganas de ayudar y de echar un cable de forma natural, sin  tan siquiera ser organizaciones internacionales como la nuestra, sino la de la propia población local,  cómo esta voluntad que nace espontáneamente se corta con medidas como multar a personas que  tienen alojadas en casa solicitantes de asilo, con chantajes a los cafés que permiten la entrada a estas personas, con políticas por parte de la policía de segregación  absoluta, sin permitir la entrada de las personas migrantes al centro de las ciudades, a los comercios locales, echándoles y dándoles palizas en medio de la ciudad como ha pasado en Bosnia desde Junio de 2019.

Además de este bloqueo a la solidaridad local, como organización internacional que estamos en el terreno, sí que percibimos un incremento de la hostilidad hacia nosotras. No les hace ninguna gracia que estemos apoyando a las personas que han decidido estar fuera de los campos de refugio oficiales porque como dicen las propias personas migrantes no tienen libertad en ellos y no quieren quedarse varadas en un campo de refugio en Serbia ni en Bosnia sino que lo que quieren es llegar a Europa occidental o central donde muchos tienen familia y amistades.

Como organización internacional nos están echando, exponiendo a una arbitrariedad judicial tremenda, estamos expuestas a sobornos, varios compañeros han sido deportados del país sin razón alguna. Algunas compañeras han sido abusadas por parte de la policía y han llegado a tener rodillas encima de sus cuerpos por denunciar que esa policía estaba haciendo algo ilegal como es quemar y destruir las pertenencias de las personas.

 

No parece que lo que se cocina más allá de los fogones de No Name Kitchen sea muy saludable

Así es, todo este cúmulo de actuaciones echan más leña a un contexto que tensa las relaciones entre la comunidad y los chavales, y vemos como poco a poco hay escenas que nos recuerdan a películas previas a la segunda guerra mundial y a otras formas de opresión que ha habido a lo largo de la historia como por ejemplo los esclavos en los Estados Unidos, esa segregación como el ejemplo de subir a un autobús y que te separen por tu procedencia o por tu color de piel o tu aspecto físico, cómo hemos empezado a ver palizas en centros urbanos después de las limpias de estas ciudades, cómo les impiden la entrada a los supermercados, no les dejan entrar a más de dos a la vez porque ya los están criminalizando y presuponiendo que van a robar… Y sumando todo esto, cuando hablas con la gente local,  te dicen que hay un ambiente que recuerda  a la situación que hubo previa a la guerra de los Balcanes, una calma tensa, una beligerancia y una actitud de preguerra.

La primera impresión es que la llegada de los flujos migratorios a Europa nos ha cogido por sorpresa y que la respuesta está siendo improvisada, pero quizá solo sea una primera impresión. Intereses geopolíticos, del capital y de la industria y el comercio de la guerra hacen pensar en una estrategia de fondo, tanto en el devenir de los flujos como en la respuesta violenta en la frontera y el avance de los espacios neofascistas.

Para nosotras hay claramente un ejercito que esta violando los derechos humanos de las personas, torturando a las personas que están intentando llegar a un país seguro, hay ejércitos especializados haciendo esto, y luego, están las consecuencias de todo ello en los lugares en frontera donde se quedan: mucha población traumatizada, en shock, son personas que la mayoría ya vienen con un trauma previo porque han dejado sus lugares de origen generalmente en situaciones traumáticas después de guerras, de secuestros o amenazas, en países como Afganistán, Pakistan, Argelia, Irak, Siria o Yemen, que también nos lleva a preguntarnos quienes están detrás de todos estos intereses geopolíticos que no dejan de desestabilizar sabiendo que las consecuencias son los desplazamientos de gente y sabiendo que esta gente está utilizando unas vías que se sabe que en muchos casos acaban en Europa. Cabe preguntarse como hilamos todos estos paralelismos, estos patrones que se repiten en las fronteras en diferentes sitios, pero esta continuidad en el tiempo y el espacio, nos hacen levantar la vista y saltar la alarma ante esta estrategia que parece haber detrás de todas estas situaciones, que no se dan de repente sino que hay una voluntad de crear un enemigo y perpetuar esta situación de casi guerra encubierta.

*https://www.borderviolence.eu/ Border Violence Monitoring Network. Este sitio web documenta las devoluciones ilegales y la violencia infligida por las autoridades de los estados miembros de la UE. Los informes han sido recopilados por personas que trabajan con las ONG No Name Kitchen, Rigardu, [Re:]ports Sarajevo, Aid Brigade, Balkan Info Van, Escuela con Alma, BASIS, BelgrAid, Fresh Response y personas independientes. Trabajan con Are You Syrous y el Centro de Estudios de Paz.

*Crimigración:procesoalquesesometealaspersonasinmigrantesqueaccedendemodoirregular.Soncriminalizadasporelmerohechodeserinmigrantesylajusticiasuelesermásduraqueconelrestodelaciudadanía.

Entrevista: Cristina Garcia de Andoin Martin, de Ongi Etorri Errefuxiatuak y Caravana Abriendo Fronteras.