20 de julio de 2021. Sede del Periódico La Provincia
El imaginario colectivo es muy poderoso, lo alimentan símbolos, costumbres o recuerdos que tienen un significado específico y común para todas las personas que forman parte de una
comunidad, pero que muchas veces no responden a la verdad sino a una construcción de la realidad interesada y manipuladora.
En los últimos años, en muchas ocasiones, la sociedad canaria se ha despertado leyend titulares que venden la llegada de personas a nuestras costas como una amenaza, invisibilizando las causas que las obligan a migrar y que responden a intereses económicos
y negocios que sólo benefician a unos pocos. Titulares racistas, cargados de miedo y odio que llegaron a miles de casas, generaron debate y, demasiadas veces, una percepción distorsionada e interesada de la realidad.
Hoy, estamos aquí, porque existen muchos elementos que confluyen en la difusión del discurso del odio, del miedo y del racismo, e identificamos como elemento principal y que conecta a todos los demás, a los medios de comunicación.
Fueron demasiadas veces, portadas como estas que vemos aquí, noticias criminalizando a personas migrantes, titulares cargados de interpretación o asociando información errónea a
la migración. Demasiadas ocasiones como para descartar irresponsabilidad o
intencionalidad.
Un posicionamiento perjudicial, sensacionalista, estereotipado y estigmatizante hacia nuestras vecinas.
Más que nunca, en una sociedad cargada de desinformación, la responsabilidad de los medios de comunicación es vital para explicar la realidad que vivimos. La prensa debería ayudarnos a reflexionar sobre los contextos a los que nos enfrentamos, empujar a
cuestionarnos.
Un medio ético, veraz y consecuente tiene la obligación de no convertirse en un altavoz de bulos, alarmas y discursos de odio. El altavoz debe recaer en las personas silenciadas, en las personas vulnerables, debe distanciarse del discurso del “otro” y acercarse al
reconocimiento de los derechos humanos, porque si no, son cómplices de fomentar que se perpetúe el racismo estructural, que nos afecta a todas como sociedad pero especialmente vulnera los derechos de personas migrantes y racializadas.
Una consecuencia es que cada año vemos como los indicadores de racismo y xenofobia aumentan de forma paulatina.
Los delitos de odio relacionados con el racismo crecieron en 2019 un 20,9% en
comparación con el año anterior.
Los articulos y el contenido islamófobo ha pasado de ser un 63% en 2019, frente al 57% de 2018 y 38% de 2017.
La cobertura mediática que se asocia a las personas migrantes es de víctimas, personas vulnerables, delincuentes, sin formación ni aspiraciones profesionales, asociándose a contextos de violencia, delincuencia o incluso destacando méritos o sucesos que continúan
estereotipando o estigmatizando.
Los asesinatos racistas por la necropolítica en la frontera o por el racismo institucional no ocupan portadas, y muchas veces ni son contadas, como el asesinato de 16 personas,