CONTEXTO

La asamblea de apoyo a migrantes y desde hace unos meses creamos un grupo de apoyo para los migrantes de macrocampamentos presos. Hay 17 migrantes en prisión, algunos llevan tres meses aquí y las penas que se les quiere imputar es de años. Estos meses nos hemos topado con la indiferencia de las instituciones y de los  responsables de macrocampamentos y con un racismo institucional que les va cerrando todas las puertas que creen abiertas para mejorar su situación. Incluso desde prisión también nos ponen trabas para poder realizar todos los tramites necesarios y amparar de alguna manera a los pibes. Querría aclarar que mi perspectiva no puede ni parecerse un poco a la experiencia que están viviendo ellos. Yo no soy ni migrante ni presa y nunca podré dar voz a lo que ellos realmente están viviendo.

MANIFIESTO

“Aquí los tratamos a todos por igual” Me dijo un funcionario del centro penitenciario de Tenerife 2. En prisión hay ahora mismo 17 migrantes y hasta hace unas semanas eran 20. 20 migrantes procedentes de los macrocampamentos de Las Raíces y Las Canteras, a los cuales nunca se les ha tratado igual, ni a ellos ni a ninguno de sus hermanos, dentro o fuera de prisión. No es necesario entrar en cuáles han sido los delitos por lo cuales se les ha impuesto prisión preventiva a todos ellos, más bien hay que entrar en cuál ha sido su contexto y como se les ha juzgado de manera racista y desmesurada por delitos que para nosotras las blancas no tendrían ni de lejos la misma implicación jurídica.

“Aquí les tratamos a todos por igual”. Igual, sin interprete en prisión y no hablar el idioma, igual, sin familia en la qué refugiarse, igual, sin entender todos los trámites que tienen que realizar para una simple llamada, igual, con la misma muda de ropa durante dos meses porque nadie se ha hecho cargo de llevarles nada.
Enfrentarse con la realidad penitenciaria tras haber pasado meses encerrado en una isla, es insufrible. Se les despoja de cualquier esperanza que puedan tener, les han desdibujado los sueños que pintaron de camino a las islas. Les han forzado a vivir otra realidad peor que la de los campamentos, una realidad que ninguno merece.

“Aquí les tratamos a todos por igual”. Un trato agresivo y violento por parte de las instituciones. Buscando el desgaste de los chicos y llevándolos al extremo. Pero todos los condicionantes que nosotras vemos, ellos no. Porque para ellos eso no tiene amparo jurídico. No tiene amparo jurídico que los responsables de los campamentos los traten como números, números que se borran de sus listas cuando les conviene. Responsables de maltratarlos psicológicamente, responsables de hacer caso omiso a todas sus peticiones básicas, responsables de convertir sus vidas en una incertidumbre continua. No tiene amparo jurídico que el mismo cuerpo de seguridad responsable de mantener el orden sea el mismo que les increpa continuamente. Mantener el orden, pero no el orden pacífico entre ellos, si no un orden colonial, racista y violento en los campamentos. No tiene amparo jurídico que estas personas sean obligadas a deprimirse, a ahogarse o a morirse por las políticas migratorias.

  1. “Pues algo habrán hecho para estar ahí” me dijo mi vecina. Como si nosotras no hubiéramos hecho algo peor empujándoles a buscar aquí lo que le robamos de su tierra. Como si actuar violentamente con ellos durante meses no fuera el condicionante principal por el que están ahora mismo en prisión. Cómo si tuviéramos que esperar de ellos un comportamiento ejemplar y ser «el buen migrante». Sin hablar, sin quejarse y sin molestar. Cosas que no somos capaces de pedir para nosotras mismas.

“Pues algo habrán hecho” Demonizando sus actos, criminalizándolos por el hecho de existir. ¿Pero qué hicieron? Y ¿qué hubiéramos hecho nosotras en su situación?.

“Ellos son adultos y responsables de todas sus pertenencias” me dijo la responsable de ACCEM cuando solicitamos la documentación de uno de los chicos presos. Pidiendo responsabilidad a una persona en vulnerabilidad cuando está siendo detenido en una situación de shock y traumática para el. Adultos sí, adultos para lo que a ellos les interesa. Adultos cuando dejan de estar a su cargo, mientras tanto son números movidos de hoteles a campamentos de manera silenciosa para que el resto de la población no vea lo que pasa con ellos. Adultos, después de maltratar su salud mental y dejar a algunos con tratamiento psiquiátrico tras sufrir las vejaciones continuas por parte de las ONGs. Adultos y responsables en prisión, sin familia, sin ropa y sin dinero.

“Aquí hemos hecho piña y nos cuidamos entre nosotros” me dijo uno de los chicos presos en una de las llamadas desde prisión. Se cuidan de los ataques racistas dentro de prisión, del desgaste emocional, de no saber que pasará mañana. Se cuidan entre ellos porque ahora son familia.

“Somos personas muy pequeñas haciendo cosas” me dijo una amiga, y sí, somos pequeñitas, pero haciendo mucho y si no es suficiente lo que hacemos, quemamos el sistema y empezamos desde 0, que tampoco está tan mal. Sin políticas migratorias asesinas, sin fronteras y sin cárceles.